viernes, 25 de febrero de 2011

Colorín Colorado...

Eran las doce, las doce en punto de la noche cuando el vestido de Cenicienta se evaporó como polvo de hadas.
El Príncipe, frente a ella, encapotó el cuerpo desnudo resguardándolo del frío.
Sus ojos, a diez centímetros de distancia, se entendían por el Morse de los párpados.
Sus cuerpos, con discretos toques carnales, evitaban ofenderse y cortaron la respiración.
El sabía que debía colocar aquel zapato de cristal en el lindo pie de Cenicienta.
Ella tambien...pero por la mañana.