miércoles, 15 de febrero de 2012

Treinta y Doce a la grande

Hoy me escribo yo, porque me lo debo. Porque hace mucho que no me digo las cosas a la cara, porque hace mucho que no me planto frente a frente conmigo
sin quitarme de delante hasta que levante los ojos para pensar qué más, y me responda, nada más. Hoy me dirijo a mí. ¡Prepárate corazón!

Tienes mucho a tu favor, tu vida, para empezar, con licencia B1 desde hace muchos años, pero te empeñas en seguir subiéndote por los bordillos. Inquietud, inconformismo, espontaneidad, el resto de la humanidad, qué más da, la realidad es que tu carpe diem siempre está jodido.

Claro está que, parar para saborear, te apagaría el modo multitarea en el que te hayas, y reconozcamos , por qué no, que tiene su punto. Divertido, productivo, extravagante, desbordante, delirante, aburrido. Todos son recursos, que hablando de relaciones sirven para llenar campos de futbol o abandonarte a tu suerte, y volvemos a empezar.

Treinta y doce a la grande querida, y aun sin pillarlas todas. Te elevas tanto tantas veces, que no te das cuenta que los que viajan en metro, también van rápido y más seguros. Que conviven con lo humano y ya sabes lo que dicen del cariño y del contacto. No espabilas, mejor dicho trabajas doble, te frustras triple, sufres siempre. Este es tu ciclo.

Deberías soltar lastre de tantas cosas, pero lo entiendo, los que somos como nosotras buscamos siempre volver a casa por Navidad, estar siempre en el centro de la plaza requiere, a ratos, ser el centro de tu soledad. Pero soltar lastre es sano, al menos de lo que te repite.

Llevo treinta y doce, creo que es bastante y hablo. Con permiso de mi alma intentaré reir más aunque suponga llorar menos. Seguiré volando porque prefiero lo vertical a lo horizontal, postura póstuma para la que ya habrá tiempo. Decidiré, cuando me dé la gana, ser el centro de atención desde mi rincón. ¿Mi Carpe Diem? Cero positivo y ¿el tuyo?

Treinta y doce a la grande, y paso.

jueves, 9 de febrero de 2012

Bidimensional

Que decepción, Mona, nuestro rincón no es lo mismo sin ti.
Tantos años pensando que sólo yo provocaba tu sonrisa.
Que tus ojos jugaban a no perderme de vista.
Hicimos de un sótano con pinceles nuestro hogar cautivo.
Que decepción Mona, al reproducir el código BIDI de tu ficha.
Y ver que tu nombre era Mona, tu apellido, Lisa.